Frutos del Espíritu San­to
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     Son los regalos, actitudes, sentimien­tos y disposiciones que reciben y manifiestan quienes, fieles a la inspiración del Espíritu Santo, produce “caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, contra esto no hay ley”. (Gal. 5. 22).
   Esta dimensión paulina que vemos en la Epístola a los Gálatas se completa con otras referencias de la Escritura. Los que son fieles al Espíritu no se contentan con la ley. Aspiran a la vida profunda según Dios que les habla en el corazón. Y manifiesta actitudes sublimes y elevadas que son los Dones del Espíritu Santo.
   El que carece de esos dones obra de otra manera. Lo dice también San Pa­blo: Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ese no es de Cristo (Rom. 8. 9). Aunque haga obra buenas, le falta lo esencial. Sus frutos no son de Dios.
   La teología de los frutos del Espíritu Santo lo entiende como perfecciones que forma Dios en el alma. Siguiendo los textos de San Pablo, los condensa tradicionalmente en doce valores, virtudes, actitudes y disposiciones:

  1. Caridad para amar a todos,
  2. Benignidad, para ser ama­bles,
  3. Gozo en las cosas de Dios,
  4. Mansedumbre, para obrar con paz,
  5. Paz para obrar con dulzura,
  6. Fidelidad, para cumplir el deber,
  7. Paciencia en las adversidades,
  8. Modestia, para vivir con sencillez,  
  9. Longanimidad para ser generosos,
  10. Continencia, para dominarse,

-     Bondad, para sembrar el bien,
-     Castidad para llegar a la libertad.
  Los frutos del Espíritu Santo que se reflejan en la Carta a los Gála­tas (5.22) no reflejan la totalidad de los regalos divinos a las almas de los fieles. Otras muchas más son sus­ceptibles de ser citadas. Pero estos doce términos parece un hermoso programa de vida sintético y suficiente.
    Juan Pablo II explicaba en una cate­quesis de 1991 estos frutos diciendo: "Se diría que san Pablo, al enumerar los frutos del Espíritu (Gal. 5. 22), quiere indicar, en correlación con el himno de la Caridad (1 Cor. 13), algunos comportamientos esenciales del cristiano.
   Entre éstos, podemos citar:
   1) Ante todo, la “paciencia” En el himno: La caridad es paciente, (1 Cor. 13. 4)
   2) También la “benevolencia” (En el Himno: la caridad es servicial, 1 Cor. 13, 4). Es un reflejo de la ternura hacia los demás, tratados con amor.
   3) Está la  “bondad”  (En el himno: La caridad no busca su interés, 1 Cor. 13. 5). Se trata de un amor dispuesto a dar.
   4) En fin, la “mansedumbe” (En el himno: la caridad no se irrita, 1 Cor. 13. 5). El Espíritu Santo ayuda a los cristianos a reproducir esas disposiciones del  “corazón manso y humilde” (Mt. 11. 29) de Cristo"... Y así de los demás". (22 Mayo 1991)
    La visión de estos frutos del Espíritu Santo se contraponen con lo que aconte­ce en el alma cuando falta el espíritu, por "las obras de la carne son las contrarias a los dones del Espíritu: y ellas son fornicación, impureza desenfreno, idolatría, hechicería, enemistades, discordias, rivalidad, ira, egoísmo, disensiones, cismas, envidias, borracheras, orgías... Los que esas cosas hacen no heredarán el Reino de Dios."     (Gal. 5. 19-21)
   Los dones del Espíritu Santo como raíz de vida cristiana y los frutos como manifestación de la acción divina en el alma, han sido siempre la guía de la ascesis cristiana y programa de formación evangélica cuya consecución asegura una vida según el plan de Dios. (Ver. Santísima. María 2. 3)